Este problema de salud se debe al desgaste propio de la edad y aumenta el riesgo de sufrir caídas, discapacidad, hospitalización y también muerte
El síndrome de fragilidad en los mayores es, según los profesionales médicos, esto: “Síndrome clínico-biológico caracterizado por una disminución de la resistencia y de las reservas fisiológicas del adulto mayor ante situaciones estresantes. Ello es debido al desgaste acumulativo de los sistemas fisiológicos y aumenta el riesgo de sufrir caídas, discapacidad, hospitalización y muerte”.
Pocas bromas, por tanto, con este problema de salud. No es una enfermedad concreta, sino más bien un estado o condición del adulto mayor en el que influye de manera negativa el sedentarismo.
Las buenas noticias son 2:
- No todas las personas mayores desarrollan fragilidad.
- Muchos estados de pre-fragilidad e incluso algunos de fragilidad pueden ser combatidos y contrarrestados.
La pregunta es: ¿cómo?
Y la respuesta: con 27,25 minutos al día de actividad física.
Esto es lo que ha determinado un estudio desarrollado por investigadores del CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) en la Universidad de Castilla-La Mancha y en el Hospital Virgen del Valle de Toledo, y que ha sido publicado en la revista Journal of the American Medical Directors Association.
La investigación habla de realizar 27,25 minutos diarios de actividad moderada-vigorosa para que el tiempo sedentario que pasemos el resto del día no tenga efecto sobre la fragilidad.
Ahora bien, ¿qué se entiende por actividad moderada-vigorosa? Según la Organización Mundial de la Salud, la intensidad del ejercicio viene determinada por la velocidad a la que este se realiza y por la magnitud del esfuerzo requerido.
Son actividades físicas moderadas:
- Caminar a paso rápido.
- Bailar.
- Practicar la jardinería.
- Tareas domésticas.
- Recolección.
- Participación activa en juegos y deportes con niños.
- Paseos con animales domésticos.
Y algunos ejemplos de actividad física vigorosa:
- Footing.
- Subir a paso rápido una ladera.
- Desplazamientos rápidos en bicicleta.
- Aerobic.
- Natación.
- Practicar otros deportes: fútbol, baloncesto…
La actividad física (tanto la moderada como la vigorosa) es, por tanto, enormemente beneficiosa también en la tercera edad. Ayuda a combatir y frenar el síndrome de fragilidad. Pero hay muchísimo más:
- Haciendo ejercicio, el que sea, mejora el bienestar general de la persona. El humor, la concentración, la salud mental…
- La autoestima recibe también un refuerzo de vitalidad.
- Ayuda a controlar el peso.
- Reduce el riesgo de desarrollar hipertensión y diabetes.
- Rebaja el estrés y reduce el insomnio.
En la RESIDENCIA JANDONIZ somos muy conscientes de la importancia de que nuestros mayores realicen algún tipo de actividad física y por eso contamos en nuestras instalaciones con un gimnasio preparado. Los residentes realizan en él los ejercicios recomendados de manera individual por el equipo médico y de fisioterapeutas. También organizamos grupos de baile, cine, teatro, excursiones y otras actividades para el desarrollo de la capacidad motora.
Y a los más perezosos (que los hay) siempre les decimos lo mismo: los que piensan que no tienen tiempo para la actividad y el ejercicio, tarde o temprano encontrarán tiempo para la enfermedad.