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El 80% de las personas de más de 80 años sufre deterioro de sus capacidades olfativas, lo que en algunos casos puede traducirse en serios problemas
En el último post te dimos algunos consejos sencillos para cuidar de los oídos cuando se es mayor. Por desgracia, todavía el paso de los años está asociado, en general, a un deterioro de los sentidos. De todos. También del olfato. Según apuntan los especialistas, a partir de los 80 años el 80% de las personas sufre un deterioro “considerable” de sus capacidades olfativas.
Perder potencial en cualquiera de los sentidos es una faena. Ahora bien, si tuvieras que desechar uno, ¿cuál elegirías? ¿Vista, oído, gusto, tacto u olfato? Difícil elección, ¿no es así? La mayoría de las personas dudaría entre gusto y olfato. ¿Tú también?
Un estudio realizado en 2011 entre 7.000 jóvenes de 16 a 35 años determinó que el 53% de ellos prefería perder el olfato ¡antes que su teléfono móvil!
Nos tememos que no sabían del todo bien lo que decían.
Aunque poco desarrollado en los humanos si se nos compara con otras especies, el olfato es probablemente el más arcaico de todos los sentidos. Y tiene su importancia. Mucha más de la que imaginas. Si piensas diferente, te recomendamos que leas este maravilloso testimonio de una chica que sufre anosmia (pérdida del olfato).
Entre otras reflexiones impactantes, Adriana nos deja ésta: “El olor te ayuda a mantener el contacto con la realidad, a sentirte involucrada. Trae a la memoria recuerdos antiguos. Te pone en alerta cuando algo no va bien, te relaja o te anima según la ocasión. Sin ese ‘hilo musical’, a veces siento que me cuesta ubicarme, como cuando se apaga la música de fondo de un restaurante y antes de ser consciente de qué ha pasado, ya sabes que van a cerrar”.
Lo de asociar olores a recuerdos nos ha traído a la mente la anécdota de una persona conocida. Este chico no puede evitar evocar el Tren de la Robla cuando huele una tortilla de patatas recién hecha. Y esto es así porque cuando era niño y utilizaba este transporte para ir a visitar a sus abuelos, su madre siempre llevaba para el viaje una tartera con tortilla de patatas. Es un ejemplo de cómo el olor puede quedar estrechamente ligado a los recuerdos. Y de la importancia del olfato.
Adriana también habla de la dificultad de saber cuándo la ropa necesita ser lavada; de los problemas con la comida (llevarse a la boca alimentos en mal estado que tienen buena pinta; o tirar otros por su mal aspecto, pese a estar buenos); así como de la incapacidad de oler la enfermedad y la agonía: “La vida y la muerte presentadas con absoluta asepsia, como cuando las ves a través de una pantalla”.
El olfato, como ves, es también muy importante. Y en el caso de las personas mayores, la pérdida de este sentido puede ser un indicador de la inminente llegada de una enfermedad neurodegenerativa como el Parkinson o el Alzheimer. Por eso se recomienda acudir al médico en el caso de detectarse dificultades en la percepción de lo olores.
Otros inconvenientes que sufren las personas mayores con pérdida de olfato son:
- La disminución del gusto en las comidas, lo que se traduce en ocasiones en que esas personas coman menos o coman muy poco, con el riesgo que conlleva a esas edades.
- La dificultad de percibir el propio olor corporal. Lo mismo que ocurría con la ropa pero aplicado a la persona. ¿Cómo sabemos si necesitamos una ducha si no podemos olernos?
Algunas de las causas de la pérdida de olfato son:
- El envejecimiento, el hecho de cumplir años.
- Infecciones de las vías respiratorias, catarros, sinusitis, inflamaciones de la mucosa…
- El tabaco.
- Algún evento traumático, como un accidente de coche.
- La exposición a ciertos productos químicos como insecticidas.
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